El plan original contemplaba 2.000 viviendas y un campo de golf. Pero cuando la constructora Martinsa-Fadesa entró en concurso de acreedores en 2008, las obras se pararon repentinamente. Esto significó un fuerte golpe para la economía municipal, ya que el ayuntamiento, para gastos corrientes, ya se había gastado 1,8 millones de euros de un fondo explícitamente reservado para mejorar las infraestructuras afectadas por Bellarotja. Sin embargo, la urbanización lleva paralizada ya siete años, y no hay perspectivas para finalizarla, así que no se necesitan esas nuevas infraestructuras. Así, el ayuntamiento tiene que devolver ese dinero, bloqueando nuevas inversiones municipales.