Esta planta fue dimensionada para abastecer a los 150.000 usuarios que prometían los proyectos urbanísticos planeados en la región, pero que nunca llegaron a realizarse. La planta se terminó, con cuatro años de retraso, en 2014 después de una inversión de 63 millones de euros. El ayuntamiento no quiere ponerla en marcha porque no puede asumir su coste anual de funcionamiento de un millón de euros. Sin embargo, si no entra en funcionamiento durante 2015, se tendrán que devolver las ayudas europeas recibidas para el proyecto (17 millones de euros). La planta de Moncofa (a 50 km) se encuentra en exactamente la misma situación.