Opinión

¿Dónde está la infancia?

Alberto Casado, coordinador de Campañas de Ayuda en Acción

“Personalmente, no conozco niños desnutridos.” “Desde luego hay niños que tienen carencias, pero decir que casi la mitad me parece exagerar.” “No me creo esa cifra, lo siento. Son datos inflados y fuera de la realidad.” Estos son solo algunos de los mensajes que Ayuda en Acción y otras organizaciones recibimos a través de las redes sociales cuando abordamos el problema de la pobreza infantil en España. Son representativos de una parte de la sociedad española que se muestra escéptica y reticente a aceptar no ya las cifras, sino la realidad que subyace a los datos.

No se trata únicamente de que 1 de cada 3 niños en nuestro país viva a día de hoy bajo el umbral de la pobreza (informe Pobreza infantil y exclusión social en Europa) y que 840.000 sean ya pobres crónicos (investigación Infancia, pobreza y crisis económica de la Obra Social La Caixa). Es la historia de supervivencia de Miriam, divorciada y madre de dos hijos que cobra 1.000 € y afronta unos gastos fijos mensuales de 900. O la de solidaridad de Gema, una madre soltera, que ha renunciado a la beca de comedor de su hijo en favor de gente más necesitada tras mejorar ligeramente su situación laboral. O la de los profesores del colegio Pío XII en Madrid que pusieron en marcha desayunos en el centro cuando detectaron que muchos de sus alumnos no ingerían ningún alimento en casa antes de ir a clase.

Es la historia invisible de tantas otras familias con hijos en nuestro país que quizá vivan puerta con puerta con nosotros y que no salen en los medios de comunicación. Porque en el minuto y quince segundos que dura una crónica en televisión no se pueden explicar problemas de calado. Porque es noticia lo que sucede por primera vez, pero no lo que se prolonga en el tiempo sin solución de continuidad.

Pero, ¿de veras es un problema sin solución? En Ayuda en Acción creemos que no y por eso hemos entrado en campaña electoral con nuestros propios candidatos: Candidatos a la pobreza. Se trata de todos esos niños y niñas que, sin haber decidido concurrir a las urnas, son aspirantes a irse a la cama sin cenar, a ser estigmatizados en clase por no poder ir de excursión, a tener menos oportunidades educativas, a ver truncados sus sueños. Y son candidatos a serlo para siempre. Porque el patio en el que uno juega de pequeño es el escenario en el que probablemente se desenvolverá toda su vida.

El de la pobreza infantil será uno de los principales retos a los que se enfrentará el Gobierno que salga elegido de las próximas urnas. Sin embargo, los partidos políticos –tanto los tradicionales como los de nueva generación-, están obviando el problema o haciendo promesas vagas sin blindar recursos suficientes para atajarlo.

Por eso, este año, cuando se cumplen 20 de la firma del Pacto de Toledo que garantizaba las pensiones, Ayuda en Acción y las demás organizaciones que trabajamos por la infancia lanzamos estos interrogantes a nuestros políticos: ¿qué impide alcanzar un acuerdo similar que proteja a uno de los segmentos de población más vulnerables? ¿No interesa la pobreza infantil en campaña porque los niños y niñas no son público votante? ¿Dónde está la infancia en el orden de prioridades? ¿De quién es la responsabilidad: de los padres y madres, de la escuela, el Estado o la sociedad en su conjunto?

La pobreza infantil en España es un problema urgente que precisa de soluciones sin demora. Es una cuestión de Estado y como tal debería abordarse. Lo contrario supone una dejación de sus funciones como garante de los derechos básicos que tiene todo niño por el simple hecho de serlo, al margen del partido político gobernante, la situación económica que atraviese el país, la Comunidad Autónoma de residencia o la renta familiar.

Alcancemos ese consenso de Estado para dar soluciones estables a la pobreza infantil, destinemos los recursos necesarios para que ningún niño o niña en España se quede atrás y no perdamos la oportunidad histórica de resolver uno de los mayores desafíos al que nos enfrentamos en estos momentos. En la medida en que lo consigamos habremos demostrado ser un país en el que infancia = candidata a la pobreza no es una ecuación posible.