La incorporación de la mujer ha aumentado en el mercado laboral pero sin avances significativos en la brecha salarial. En la Unión Europea, las mujeres cobran un 16% menos por hora trabajada por la menor presencia en puestos de dirección y la presencia masiva de mujeres en sectores menos cualificados
El mercado laboral español no es buen lugar para las mujeres, pese a los avances conseguidos en las últimas décadas. Ha disminuido la diferencia entre el número de hombres y mujeres que trabajan (la llamada tasa de participación) pero no la brecha salarial o la presencia en puestos directivos. En los últimos 30 años, el número de personas activas -que trabajan o quieren hacerlo- ha crecido en 8,9 millones de las que un 70% son mujeres, lo que supone multiplicar en 2,5 veces las mujeres trabajadoras en este periodo. Pero, la diferencia en los salarios sigue en niveles máximos y la presencia en los consejos de administración apenas roza el 20% en España. La foto mundial no es mucho mejor. Según los estudios del World Economic Forum (el thinktank del foro de Davos), serán necesarios 118 años para cerrar la brecha de género en todo el mundo. El indicador de esta entidad que rastrea las principales diferencias en cada país constata que apenas hay avances y cree que la incorporación en equidad de la mujer en el entorno laboral y económico se ha estancado en muchos países desarrollados.
La diferencia entre el número de mujeres y hombres que trabajan ha disminuido en los últimos años, mientras que la brecha salarial ha crecido.
“En general si coges los indicadores del mercado laboral, la mujer está casi siempre peor”, apunta Bibiana Medialdea, economista y profesora de la Universidad Complutense. La experta pone el foco en dos datos: la tasa de inactividad y la temporalidad. “La inactividad es importante porque hace referencia a quienes ni siquiera se plantean trabajar”, apunta. A pesar del “brutal” avance en la incorporación de la mujer al trabajo, considera que todavía no ha concluido y esto se nota por ejemplo en los datos de las pensiones, de media un 40% más bajas en las mujeres. En el caso de la temporalidad a pesar de que durante la crisis se han destruido un gran número de puestos en la construcción, un sector mayoritariamente masculino y temporal, la tasa de temporalidad femenina es un punto porcentual más alto que en el caso de los hombres.
Una de cada cinco mujeres (un 20%) de entre 25 y 49 años que no tiene hijos tiene un trabajo a tiempo parcial en la Unión Europea, un porcentaje que en España se eleva al 21,5%
Ellas también salen peor paradas si se fija el foco en los contratos a tiempo parcial. Una de cada cinco mujeres (un 20%) de entre 25 y 49 años que no tiene hijos tiene un trabajo a tiempo parcial en la Unión Europea, un porcentaje que en España se eleva al 21,5% y en países como Holanda supera el 50%, según los últimos datos de Eurostat. En el caso de los hombres de entre 25 y 49 años sin hijos el porcentaje es solo un 8%. La maternidad penaliza también la temporalidad. Las mujeres con un hijo con contrato a tiempo parcial aumenta hasta el 31,3%, es de casi el 40% entre las que tienen dos y de más del 45% de las que tienen 3 hijos o más.
En la actualidad las mujeres españolas cobran un 18,8% menos que los hombres, 2,7 puntos más de diferencia que la media europea.
Además, de media en la Unión Europea la brecha salarial se sitúa en el 16,1% por hora trabajada, sin tener en cuenta la diferencia de jornada. Así mientras un hombre cobra un euro por hora trabajada, una mujer cobra 84 céntimos, lo que se explica por la diferencia en los puestos de dirección y la presencia masiva de mujeres en sectores menos cualificados. Esta diferencia se eleva en España al 18,8% y en Alemania al 21,6%. Llama la atención la baja brecha salarial de Italia y Polonia (alrededor del 7%), una situación que se explica por la bajísima incorporación de la mujer al mundo laboral en esos países.
España es el sexto país donde más diferencia hay entre lo que cobran los hombres y mujeres por una hora de trabajo. Por encima se sitúan Estonia y países centroeuropeos como Austria, República Checa, Alemania y Eslovaquia.
El último informe de UGT elevaba la brecha salarial entre hombres y mujeres en el 24%, el dato más alto en los últimos seis ejercicios. En este caso, los datos se tomaban de la Encuesta Anual de Estructura Salarial (EAES) y la evolución de estas cifras apuntaba un incremento del 21,87% en 2008 al 24% en 2013.
Dentro del organigrama de las empresas las mujeres han ido aumentando su presencia pero en los puestos más bajos. El 70% de quienes cobran el salario mínimo son mujeres, mientras que a partir de salarios de 36.000 euros el porcentaje se sitúa alrededor del 30%. El techo de cristal y el techo de cemento crean una combinación mortal para frenar la presencia de mujeres en los cargos directivos.
¿Qué es el techo de cemento? Para Nuria Chinchilla, profesora del IESE, el techo de cemento es el que se autoimponen las mujeres en su carrera para ascender. Chinchilla apunta a que en ocasiones las propias mujeres no optan a determinados puestos por considerar que no cumplen unos requisitos, mientras que en el caso de los hombres suelen estar más dispuestos a solicitar un puesto aunque solo cumplan algunas de las condiciones que se piden.
Aunque en los últimos años el número de consejeras ha aumentado, en la actualidad solo un 20% de mujeres componen los consejos de administración de las empresas del Ibex35.
El último dato de la presencia de mujeres en los consejos de administración de las empresas del Ibex 35 las sitúa en el 19,8% de los sillones de mando. Técnicas Reunidas es la única compañía del selectivo que no cuenta con ninguna mujer en este órgano. Sin contar países como Noruega, que tiene un 40% de presencia de mujeres, Francia podría considerarse como el camino a seguir con algo más de un 30% de puestos para mujeres. La recomendación actual de la Ley de Igualdad es del 30% pero la europea se ha elevado ya a un 40%.
Aunque los porcentajes de mujeres con educación superior son altos esto no se refleja en el acceso a los puestos directivos, lo que también define un techo, en este caso de cristal. “Hace unos años había un gap educativo, pero ahora no existe por lo que no hay razón para ello”, apunta José Ignacio Conde-Ruiz, profesor de Economía en la Universidad Complutense e investigador de Fedea.
El último dato de la presencia de mujeres en los consejos de administración de las empresas del Ibex 35 las sitúa en el 19,8% de los sillones de mando frente a la recomendación del 30% de la Ley de Igualdad y el 40% de Europa
¿Son las cuotas obligatorias la solución para esto? Conde-Ruiz se muestra favorable a esta medida para conseguir “acceder más rápidamente a un equilibrio más eficiente”, aunque sea de forma temporal. Pone como ejemplo, el caso italiano donde se establecieron una cuotas obligatorias para las mujeres de forma temporal (al menos tres renovaciones del consejo de administración). Chinchilla prefiere hablar de cuotas “objetivo” pero no obligatorias. La profesora considera que las cuotas se las deben marcar las propias compañías dentro de sus objetivos para que sean vistas desde la perspectiva de que son favorables para el negocio y aboga por establecer incentivos para aquellas compañías que lo hacen bien.
Diferentes estudios muestran una correlación entre la incorporación de la mujer a los puestos directivos y la mejora de los beneficios de las empresas. El último documento de la consultora EY sobre el tema concluye que “una empresa rentable con un 30% de mujeres en puestos de alta dirección puede aumentar hasta un punto porcentual su margen neto en comparación con otra de iguales características sin presencia femenina”.
Sobre las virtudes de incrementar el número de mujeres en puestos de mando, el FMI ha publicado también esta misma semana un estudio. Según el organismo, en primer lugar es necesario incrementar el número de mujeres en la fuerza laboral para conseguir diversidad en los niveles superiores de las empresas y obtener un mejor desempeño. La evidencia empírica habla de un “sólido vínculo positivo entre la diversidad de género en los altos cargos de las empresas y el desempeño financiero corporativo”. El FMI recalca que esta mejora en la rentabilidad de la empresa, “podría respaldar la inversión y la productividad de las empresas, mitigando la desaceleración del potencial de crecimiento en Europa”.
Tampoco se puede obviar el papel de la maternidad en la brecha de género socioeconómica. Medialdea apunta que subyace la idea de que las mujeres son quienes dedican una mayor parte de su tiempo a los cuidados y demanda unos servicios públicos potentes tanto en guarderías como en lo relativo a dependencia para compensar este rol. Además, ve imprescindible establecer permisos de paternidad y maternidad igualitarios que ayuden a no penalizar solo a la mujer por apartarse de la carrera profesional.
La media de permiso en los países de la OCDE es de 8 semanas, 46 semanas menos que la madre.
Al observar los datos de la OCDE sobre las bajas por paternidad intransferibles, España se sitúa por debajo de la media de los países desarrollados con dos semanas reservadas para los padres. Además de las ventajas para la madre y el bebé en su recuperación y crianza, en su documento La baja paternal: ¿Dónde están los padres?, el organismo señala que “la baja paternal puede ayudar a reducir la discriminación contra la mujer en el mercado laboral y particularmente en la contratación”. “La razón es que si los hombres y las mujeres son más o menos iguales, los empresarios serán menos reacios a la hora de contratar mujeres en su edad fértil”, añade.
Las mujeres dedican dos horas más de media que los hombres a cuidar de los hijos y otras actividades dentro del hogar como la limpieza o la cocina.
UGT en su informe destaca que “el trabajo no remunerado en su mayor parte lo constituye el cuidado y atención de menores, mayores y enfermos, y estas tareas las realizan de forma gratuita las mujeres, en su mayoría, ahorrando un importante coste al erario público”. En datos, la diferencia entre hombres y mujeres está clara. La última Encuesta de Empleo del Tiempo (2009-2010) del INE, los hogares españoles invirtieron 52.682 millones de horas en actividades productivas no retribuidas, de las cuales el 67,2% (35.389 millones de horas) fueron dedicadas por mujeres.